martes, 9 de diciembre de 2014

ACTITUD MENTE DE PRINCIPIANTE


Por: Gonzalo Vallejo Psicólogo )





                                                                                                            
Cuando nacimos e iniciamos el camino de la vida, nuestra actitud ante la misma era de principiante. Nos abismábamos con el sol, las estrellas, el mar, la naturaleza, las palabras y sabiduría de papá y mamá. Constantemente tratábamos de conocer el mundo por nosotros mismos. Queríamos entender cualquier objeto que caía en nuestras manos. Una vez lo entendíamos a nuestra manera, es decir con mente de principiante, en no pocas ocasiones desarrollábamos nuestra inventiva y aparecían juguetes imitando los conocidos con la creatividad propia de nuestra mente de principiante (Mente Abierta). Nuestra creatividad estaba libre y dispuesta a incursionar en la vida que se nos presentaba sin ningún temor y estábamos dispuestos a enfrentarla por nosotros mismos. Poco a poco, muchas personas sin darse cuenta, bien por malas experiencias o por que el medio ambiente no se los permitía, fueron cerrando su mente y abandonando esa actitud, convirtiéndose así en personas con actitud de “Expertos”, temerosos, prejuzgando, viviendo el pasado con tristeza y el futuro con angustia, convencidos de que los juicios a priori son reales. Afortunadamente el Ser Humano conserva su necesidad innata de búsqueda de identidad, de encontrarla a través del conocimiento de su entrono por si mismo y lograr verse tal cual es. Es así entonces, que si su mente se cierra en una dirección dirige su energía creativa en otras direcciones: artísticas, deportivas, etc. Unas veces en forma adecuada, y desafortunadamente otras en forma inadecuada, delincuencia, autodestrucción etc. En muchas ocasiones, esta misma actitud de principiante nos permite lograr un equilibrio entre las dos fuerzas – Actitud de Principiante vs Actitud de Experto – y creamos nuestros propios mecanismos de tal manera que nos permita dar salida a la creatividad en forma positiva en algunos roles y neutralizar en otros nuestra actitud de experto. Si un cristiano lee el Padre Nuestro por primera vez, y lo hace con actitud de mente de principiante, puede percibir la inmensidad del mensaje y llenarse de un gozo especial con él. Luego si lo repite diariamente, sin actitud de principiante va perdiendo para él el sentido y poco a poco va sintiéndose un experto en recitar el Padre Nuestro y pierde así su objetivo. Igual ocurre con la lectura de un poema leído por primera vez o con la lectura de un libro el cual ya no lo volvemos a leer, puesto que ya asumimos una actitud de expertos, pudiendo encontrar significados nuevos en una segunda lectura, igual puede ocurrir con una película. Todos estamos familiarizados con la frase de Sócrates “Solo sé que nada sé”. La primera vez que la escuchamos con Mente de Principiante captamos el mensaje. Pero luego de tanto repetirla y oírla, perdimos el sentido original de la frase y cambiamos de actitud hacia ella. Esta frase encierra el verdadero sentido de actitud de Mente de Principiante. En el Japón existe la expresión SHOSHIN, que significa MENTE DE PRINCIPIANTE. El fin de toda práctica ZEN es conservar siempre nuestra actitud de principiante. Estar por lo tanto alertas a las circunstancias especificas de cada instante, conocer nuestra realidad, la cual nos rodea en el momento mismo que estamos viviendo, tomar de él los signos que esta realidad nos depara, sin preconceptos mirar claramente la realidad tal cual es en el aquí y en el ahora. “El entendimiento comienza con el reconocimiento de nuestras ignorancias”- este es el vacío al cual se refieren los orientales, es decir, dejar nuestra actitud de expertos y abrir nuestra mente-. Una historia Zen, acerca de un profesor universitario trata este aspecto directamente. Al profesor le produce curiosidad la reputación de un viejo maestro, respetado por su sabiduría y decide visitarlo. El maestro lo recibe en el templo y lo instala en un cómodo cojín. ¿Le gusta el té? Le pregunta ofreciéndole una taza al profesor. Este asiente con un movimiento de cabeza, sosteniendo la taza mientras el maestro vierte en ella un fino chorro de té. El líquido sube rápidamente hasta llegar a unos dos centímetros del borde de la taza y el profesor alza la mirada. El maestro continúa vertiendo té, el profesor suelta la taza mientras le dice: ¿Qué hace usted? El maestro toma la taza de nuevo, la llena y se la ofrece de nuevo al profesor diciéndole: Esta taza es como su mente usted no puede oír nada porque ya está llena. El profesor Zen dice: En la mente del principiante hay posibilidades infinitas, en la del experto hay pocas. Esta historia nos muestra de una manera directa, la diferencia entre la actitud de principiante – Mente Abierta – llena de posibilidades, capaz de mirar las circunstancias de la realidad en el presente y libre de preconceptos y la actitud de experto, llena de experiencias y preconceptos, mente cerrada con muy pocas posibilidades de admitir nuevas experiencias. Hoy mismo cuando usted inicia este proceso de formación, si su actitud es básicamente de PRINCIPIANTE, procure permanecer en ella durante todo el trabajo que vamos a realizar y para tal fin procure controlar y/o libérese de preconceptos. El trabajo vivencial que vamos a realizar y la introspección que logre, depende básicamente de conservar esta actitud “de principiante”. Si durante el proceso se da cuenta que se está encasillando en algún marco de referencia, procure replantearse y darse cuenta si está cambiando su actitud de Principiante a actitud de Experto. De igual forma cuando reciba retroalimentación del orientador o de un compañero, recuerde que el encasillamiento puede ser una tendencia inconsciente y por lo tanto usted no se da cuenta de ello. Replantee su posición y regrese con MENTE ABIERTA. A continuación con sus compañeros haga consciencia de algunas diferencias entre la actitud de principiante y la actitud de experto, que usted utiliza cuando comparte en la familia, en la empresa o en el proceso de formación en el SENA, y saquen conclusiones para participar en una mesa redonda. (Es de vital importancia que el ejercicio se haga teniendo en cuenta la realidad de cada uno de ustedes para que sea más productivo).

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